Duración: 25 minutos
Formato: 16:9
Calidad: Full HD
Producción: Himalaiaski
Featuring: Ekaterina Osichkina
Un documental de: Pep Cuberes & Xevi Esgleas
Cámaras: Pep Cuberes, Guillem Casanova, Lluís Bedós, Xevi Esgleas, Inka Bellés
Imágenes adicionales: Semen Makhnatkin
Edición: Xevi Esgleas
Edición final: Pep Cuberes
Guión: Inka Bellés, Lluís Bedós
Voz en off: Guillem Casanova
Idioma: Catalán / Inglés
Música Original de: Ambience – Bob Bradley. I want you in my dreams – Tom Rosenthal. Electric – Bob Bradley. Waiting on the shore – Jethro Chaplin. Superfresh – Tom Rosenthal. Softcore – Jonathan Llyod. Leave you burning – Andy Powell. I’ll wait – Robert Altman. Sweet Home Kamchatka (Guillem Casanova)
Filmado en: Kamchatka (Rússia), Andorra
Subtítulos: Catalán, Español, Inglés, Francés, Ruso
Apta para todos los públicos
Ekaterina Osichkina, un nombre que dará mucho de qué hablar! Cuando la vimos por primera vez compitiendo en una copa del mundo de esquí de montaña, quedamos alucinados por su superioridad. Con tan solo 19 años, era una verdadera máquina de rendir. Al acabar la carrera, la agonía se convirtió en amabilidad, la firmeza en cordialidad. Era feliz por el solo hecho de poder estar aquí, luchando entre las mejores del mundo, quizás más que por su victoria. Para ella, venir a Europa a competir no era nada fácil. Viajaba sola i con la maleta llena de regalos de agradecimiento para los que iban cruzando su camino.
Venía de lejos, de muy lejos…de Kamchatka. Mientras nos hablaba de esa península del extremo este de Rusia, se le iluminaban los ojos, y a nosotros también. No tardamos en decidir que ese sería nuestro próximo destino. Una oportunidad para nosotros de descubrir esa tierra inhóspita y salvaje, una oportunidad para ella de salir de su día a día de atleta y explorar el patio de su casa.
Una vez allí, fue un no parar: desayunar caviar, esquiar desde
que sale hasta que se pone el sol, escuchar canciones de amor rusas y hacer chup chup en baños termales de los de verdad. Cada volcán tenia personalidad propia. Pasábamos de esquiar sobre un cono perfecto a entrar dentro de un cráter en plena ebullición. Los amarillos fosforitos y ocres intensos contrastaban con el hielo azul de los glaciares. El eco de las fumarolas, el olor a azufre y los charcos de arcilla hirviendo sacudían nuestros sentidos…y en medio de este espectáculo vivían los osos, cada día nos atemorizaban más sus huellas.
Esa naturaleza virgen era un tesoro escondido, nadie externo a esta península aislada había podido gozarla hasta el año 1991, y todavía habían muchos lugares que nunca habían sido pisados. En ese viaje pudimos conocer a fondo la vida de atleta de nuestra anfitriona, pero también a una comunidad de esquí de montaña muy unida, que nos hizo sentir como en casa en un lugar tan lejano. Lo sabemos porque, mientras nos despedíamos, ya sabíamos que volveríamos.